Carruaje de Réquiem
Si te encuentras leyendo esta
carta probablemente ya no me encuentre en este mundo, pero has de saber que en
todo momento he pensado en ti y seguramente donde quiera que esté lo seguiré
haciendo.
He partido en un carruaje que
pocos pueden ver pero muchos saben de él, un poco fúnebre en el exterior pero
con detalles soberbios que muestran las fases de la vida y algún pasaje que no
he identificado del todo correctamente, sin embargo, tengo la esperanza que se
trate del paraíso.
Parece que todo en mi vida ha ido
y venido tan rápido, que la cuestión del tiempo es prácticamente irrelevante,
sin embargo: - no dejo de ser humano – me digo a mi mismo - ¿cierto…?-
El temor, la duda y en cierto
grado la inseguridad me han de invadir al pensar que no tengo el control de mi
vida, que me encuentro atado e inmerso
al materialismo y las expectativas de tantas personas.
He intentado huir tantas veces
pero sólo tu logras hacerme sentir vivo y es así que se reinicia el ciclo; las
personas pasan a mi alrededor y una parte de mí se disipa en el vaivén cotidiano,
pero son tantas las dudas, los cuestionamientos y las situaciones, que a menudo
surge la frase: ¿Qué más habrá por conocer, por explorar … por vivir?
Entre idas y regresos, saludos y
despedidas, camino por una vereda en la que solo distingo ver con detalle al
menos 1 metro alrededor de mí, el resto se encuentra invadido por una inmensa
niebla - Quiero pensar que es el futuro; incierto, misterioso, excitante y a la
vez riesgoso-.
Al ver el panorama circundante me
percato que también hay otras personas caminando inmersos en esa densa
atmósfera, con una diferencia notable, al ver sus ojos distingo una mirada perdida
y ojos sin brillo que recorren un camino - aunque sinceramente dudo que sepan
lo que hacen o al menos hacia donde van- .
Hoy por primera vez me dispuse a
pelear y dejar de evadir los temores, dudas y demás ataduras para intentar
reunirme contigo plenamente, distingo frente a mí un adversario que imita
perfectamente mis movimientos, se encuentra postrado justo en frente como
esperando a que inicie el duelo aunque noto algo diferente a mí en él.
Los transeúntes externos al duelo
parecen congelarse en el sendero neblinoso y nuevamente el tiempo parece
indiferente, el duelo es fuera de lo convencional puesto que el adversario lo único
que hace es obstruirme a toda costa el paso imitando todos los movimientos pero
sin alejarse.
Lo más desconcertante son
nuestras sombras, que existen a pesar de la poca visibilidad y de la
incertidumbre de la ubicación del sol, el rival se torna más fuerte con cada
choque y forcejeo a tal grado que he de reconocer me hubiese vencido innegablemente;
mas recordé que en ocasiones las formas de confrontar a un rival no son las más
obvias.
Habiendo analizado mi situación
me dispuse frente a frente al rival, respire profundo y me pensé: Si ambos
somos parte del mismo ser, dispongo que estas partes se complemente y no
discrepen más, pues el destino final de ambos será el mismo.
Le ofrezco mi mano al
contendiente y en su acto de espejo, devuelve el saludo; ambos se unen y
finalmente puedo ver perfectamente, la neblina sea ha disipado, al menos para
mí.
Me dispongo a encontrarte en tu
lugar favorito, un parque lleno de flores con fuentes monumentales y hermosas
esculturas, aunque sabes … en mi andar he encontrado un carruaje fúnebre en el
exterior pero con detalles soberbios.
Supongo que si lo veo es porque
quizá no triunfé del todo en la batalla y sólo me queda un momento antes de
partir para hacerte llegar una carta.
Por Felipe de Jesús
Mendoza Aguilera
Hmmmm muy triste otra vez ! Pero muy emocionado ! Hay muchas emociones en este texto: la espera, la colera, el desir, la energia de pelear, la curiosidad… no estoy seguro que entiendo todo… tengo que leerlo otra vez.
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