Al vuelo en un diente de León
La vida ha cambiado tanto para mí que constantemente me
pregunto si tengo un camino que seguir o simplemente debo dejarme fluir en este
universo.
En momentos donde hay aparente calma hay cientos, miles y millones de historias escribiéndose,
todas igualmente interesantes, por mi parte constantemente me encuentro
buscando cosas nuevas, grandes vivencias, experiencias impactantes, en fin,
conocerme y exponer mi naturaleza humana.
Un día me propuse emprender el Vuelo en un diente de León,
así como se lee (escucha), mi universo se encuentra en zonas donde hay amplia
vegetación, árboles inmensos y frondosos, el pasto nos rodea y cubre del sol, y
que decir de las flores que nos iluminan con tantos colores.
En mi ciudad vivimos casi un millón de habitantes, pero
nuestro tamaño no deja entrever la magnitud de la población con la que contamos
y está de más decir que hemos desarrollado oficios para cada individuo y que a
su vez contribuyan al crecimiento de nuestra comunidad.
Muchas son las ocasiones en las que me cuestiono la razón de
la búsqueda del crecimiento y sobretodo, hasta cuándo será suficiente el
crecimiento y el desarrollo. Como habrás de notar son un sujetillo que gusta
cuestionar los modelos de mi pequeña gran comunidad.
Busco por todos los medios salirme del sistema y hoy lo haré,
llevo trabajando en silencio, sin que mis amigos y familia se enteren. Todos
los días me interno en el vasto jardín donde busco a mí apreciado diente de
León que cuenta con cerca de 10 metros de altura sin contar los estambres que
conforman la flor.
Es un experimento que deseo con tanto fervor intentar, mi
trabajo diario consistía en desarrollar primero una manera de subir hasta los
estambres de la flor, realice un sistema de cuerdas para poder subir hasta lo
alto para después toparme con uno de los retos más interesantes: ¿Cuál estambre
elegir?¿Cuál me llevará al destino que busco, al más lejano y diferente?
Camino entre todos los estambres, los palpo con las manos,
me sorprendía la gran suavidad que tenían a pesar de su gran tamaño; con
dificultad podía subirme a lo que parece la raíz del estambre. Me sujetaba con
un brazo y con el otro me ponía la mano sobre las cejas como intentando ver a
lo lejos.
Confieso que mi corazón se agitaba al pensar que lo iba a
lograr, en ocasiones me entraba el pánico de no saber si funcionaría o no,
después de todo nadie que yo conociese lo había intentado.
Lo corto que pueda representar el tiempo para ti, es
completamente diferente para nosotros. Aunque no lo parece o por muy difícil de
creer aparentemente el tamaño si cambia nuestra perspectiva y apreciación del
viento, la noche y el día.
Mi diente de león se había desarrollado completamente y estábamos
listos, lo sabíamos ambos, es hora de partir, Decidí despedirme de todos con la
misma naturalidad con la que lo hacía día con día, es decir: como si nada
pasara y como si fuese a regresar.
Recuerdo haber tomado en una mochila solamente comida para
lo que me esperaba y algunos utensilios que yo consideraba básicos.
Maravilloso era ese día donde el sol resplandecía como sonriéndome
y dándome ánimos de hacer lo impensable, también no podía dejar de sorprenderme
como el viento fluía a través de toda la vegetación y el zumbido que emitía.
Sonaban como miles de
voces alentándome a hacerlo, al acudir a mi diente de león percibí que se
encontraba especialmente radiante y destacaba de entre muchas flores de colores
y belleza aparentemente superior.
Asciendo con las cuerdas que había instalado día con día,
busco especialmente un estambre que había marcado con las iniciales de quien yo
creía me iba a extrañar más, subo sobre la raíz, me ato al suave estambre. En
retrospectiva siento que he finalizado todo lo que he querido y no tengo ningún
pendiente más en esa ciudad, en esa tierra y en ese espacio.
Al estar atado en sólo unos segundos veo mis manos y las
aprecio pues me han ayudado a realizar y llegar hasta ahí, cierro mis ojos para
enfocar mis sentidos en escuchar y sentir el viento, en tí confío dije
susurrando.
De repente el viento azotó contra el diente de León, todos
los estambres se desprenden, el mío parece que se acerca tanto al sol que lo
único que logro ver es el resplandor de una luz inmensamente blanca.
Ya lo había dejado todo, era libre, por fin era libre. Todo
mi recorrido de inicio hasta aquel momento había transitado por mi mente.
Cierro mis ojos nuevamente esperando que mi nuevo destino sea aún más
emocionante que el inicial.
La vida ha cambiado tanto para mí, que constantemente me
pregunto si tengo un camino que seguir o simplemente debo dejarme fluir en este
universo.
Por Felipe de Jesús Mendoza Aguilera
No estoy seguro si entiendo bien… No me parece tanto personal como los otros textos… Puede ser necesito una tradución…
ResponderEliminar